Sergio Lara

El porqué de su apodo, “Cangrejo”, es su segundo secreto mejor guardado. El primero, sólo lo comparte con la parrilla, el carbón y la sal, los pinches con los que transforma la carne en arte.

Se conocen bien, treinta años dan para mucho. Para (casi) todo.

Mi familia se empeñó en que fuese médico.
Mi especialidad era empeñarme en llevarles la contraria.

¿Qué hago? Siempre fui más de mesa… que de camilla.

Pintar con carbón, escuchar el fuego, escribir a la parrilla. ARTE.

Hijo predilecto de la Escuela de Hostelería de Granada, amante bandido de lechazos y lomos altos y habitante por derecho de ese Olimpo proteico al que sólo acceden los finalistas del Concurso Nacional de Parrilla de San Sebastián Gastronómika, el “Óscar” de los que saben de carne.

Ahí vive Sergio. Entre carnes con historia. Entre brasas sin prisa.
Al punto, siempre al punto.